El puente de octubre decidimos aprovechar para salir a dar una vuelta con las motos por lo marrón. La idea original había sido intentar cogernos algunos días para hacer (al menos en parte) una serie de pistas de la Transpirenaica, pero viendo que aun estábamos un poco verdes decidimos ir poco a poco, y finalmente optamos por ir a Las Hurdes y hacernos algunas rutas por allí. Además, aprovechamos que tenemos "campamento base" para que el fin de semana saliera más económico.
El jueves salimos de trabajar y como cada uno veníamos de una zona quedamos en la gasolinera del Xanadú, para no desviarnos mucho de la carretera de Extremadura. Como nos suele ocurrir siempre algo, Pablo acabo en esa gasolinera, mientras que el resto estábamos esperándole en otra dos kilómetros más atrás, aunque en pocos minutos nos reagrupamos, llenamos los depósitos y salimos en dirección al norte de Caceres. La idea era no parar hasta Montehermoso, donde calculábamos que los que no habíamos llenado tendríamos que repostar, y el calculo estuvo hecho al milímetro. Salvo porque se hizo de noche y un pequeño tramo donde nos llovió el viaje fue bastante normal por autovía hasta Plasencia. En el pueblo anterior a donde pretendíamos llenar los depósitos mi moto decidió que no tenía gasolina cuando el ordenador decía que aun le quedaban 60 kilómetros de autonomía y la reserva se había encendido apenas 10 kilómetros antes. Parece ser que no es la primera F800 a la que le pasa que el aforador cobra vida propia y se pone creativo, marcando que te queda la gasolina de forma imaginativa. Con algún que otro susto, y pegando algún que otro tirón, conseguimos llegar a la gasolinera que teníamos prevista y llenar el deposito. Sin más incidencias llegamos a Pinofranqueado ya de noche, justo para cenar, tomar algo, y recogernos (unos más tarde que otros) para estar frescos al día siguiente.
Nos levantamos el viernes, y tras comprar algo para desayunar y comer los días que íbamos a estar allí, preparamos las motos para salir a las pistas (mover el manillar a posición "de campo" y poco más). Llevábamos algún track que habíamos encontrado en wikiloc, aunque eran de 4x4, que tomaríamos como referencia, y el GPS de Luis con el TopoHispania cargado para ver las pistas alternativas por si se nos complicaba el asunto. Aunque el día anterior había llovido, estaba todo tan seco que finalmente las pistas tenían bastante polvo, pero al menos no había barro, que nos hubiera complicado bastante el asunto al ser zona montañosa. Salimos en dirección a Ovejuela, y antes de llegar tomamos una pista sencilla a la izquierda que nos llevo a un mirador desde donde se veía una caída de agua, en el que paramos a hacer unas fotos.
Tras esta breve parada, y viendo que seguir la pista nos llevaría en dirección contraria a donde queríamos ir, decidimos desandarla, tomando una desviación que debería llevarnos a las ruinas de un antiguo convento. Digo debería, porque como suele ocurrir acabamos en un pequeño claro donde acababa la pista, con el consiguiente espectáculo habitual de dar la vuelta a las motos.
Tras dar la vuelta, con alguna pequeña dificultad porque el último tramo del camino tenía bastante piedra suelta y algún que otro surco causado por las lluvias que complicaban alguna curva, volvimos al camino y tomamos otra pista algo menos marcada pero con muchas curvas y bastante divertida, que finalmente nos llevo al puente de la alquería de Sauceda.
A estas alturas, teníamos que haber tomado una pista que nos llevaría, cruzando toda la sierra, hasta Nuñomoral, pero viendo la hora que era y que ya había hambre, optamos por hacer el camino a la inversa, cogiendo la carretera y parando a comer en la localidad de Caminomorisco.
Con las fuerzas recobradas, continuamos el camino hasta Nuñomoral, y de ahí, tras tomar el desvío a Cerezal, llegamos a una pequeña presa desde donde enganchamos con la pista por donde debíamos haber venido por la mañana. Comenzamos la ascensión con bastante cuidado, porque durante los primeros cinco o seis kilómetros de subida la pista tenía mucha roca suelta lo que nos hizo avanzar despacio y con algún que otro pequeño susto, pero finalmente alcanzamos un mirador desde donde se contemplaba todo el valle.
Continuamos el descenso por pistas divertidas y en un estado bastante bueno hasta salir a la carretera a la altura de la alquería de Robledo. Desde allí, tras un pequeño tramo de carretera para enlazar, tomamos la pista que finalmente nos llevaría de nuevo al puente de Sauceda donde habíamos estado por la mañana, y desde allí por carretera a Pinofranqueado. Fin del día y a tomar algo y recuperar fuerzas para el día siguiente.
El sábado nos dirigimos, por la carretera que recorre las alquerías de Pinofranqueado hacia el norte. La carretera esta asfaltada hasta el limite de la provincia de Caceres, pero tras pasar el pico de Esperaban, la entrada en la provincia de Salamanca se convierte en una pista en muy buen estado. Paramos a confirmar la ruta en el pico, donde, a pesar de hacer muy buen día, había bastante niebla.
Iniciamos la bajada, y en unos 10 o 12 kilómetros llegamos al pueblo de Vegas de Domingo Rey, desde donde tomamos dirección a Ciudad Rodrigo. La "carretera" en su primer tramo no era mucho mejor que una pista, con mucha grava suelta, por lo que fue bastante divertido. Desde Ciudad Rodrigo, tras repostar antes de salir de España, porque en Portugal la gasolina aun es bastante mas cara que aquí, cogimos la autovía en dirección a Portugal y un poco antes de la frontera, enganchamos con el track que teníamos mirado a la altura de Fuentes de Oñoro.
Enseguida Luis se dio cuenta de que seguir el track iba a ser bastante complicado, porque los caminos tenían muchos desvíos, y el track estaba guardado con puntos bastante separados entre si, lo que hacía que no coincidiera sobre el GPS, con lo cual practicamente en cada cruce estábamos parando para comprobar si íbamos en la dirección correcta, pero tras un par de vueltas y un poco de reajuste "mental" conseguimos acoplarnos y empezar a marchar a buen ritmo. Tras un par de kilómetros salimos a una carretera en la que enseguida nos dimos cuenta de que casi sin querer nos habíamos metido en el país vecino, y comenzamos a seguir las pistas que nos llevaban en dirección a la Serra da Estela. Las pistas fueron bastante variadas, cruzando algún que otro pueblo, pero en general sin demasiada dificultad, aunque nos encontramos con alguna "sorpresa" en forma de patatal.
Como siempre, y para no variar, entre el cambio de hora y lo entretenido del camino se nos fue echando la hora encima para comer. Los pueblos de la zona eran pequeños y costo un poco encontrar un restaurante.
Finalmente, y tras preguntar varias veces, encontramos uno pegado a una gasolinera a la entrada de Cerdeira donde, como es tradición en Portugal, comimos muy bien y muy barato.
Con fuerzas renovadas seguimos en dirección a Guarda, y salvo algún trozo de pista, la cosa empezó a ponerse muy entretenida. Bajamos por una trialera con mucho cuidado y seguimos por una especie de calzadas estrechas llenas de pedrolos, que cada uno pasó como buenamente pudo. Tras un buen rato alternando tramos de pista con caminos más estrechos, llegamos finalmente a Guarda. Para que no encontráramos demasiado fácil el acceso, tuvimos que cruzar varias calles en obras que no estaban en mejor estado que algunas pistas que habíamos pasado durante el día.
Tras una parada para beber algo, y siendo ya algo tarde, decidimos volver a la zona de Cerdeira, para hacer un pequeño tramo de pistas que habíamos saltado por la mañana y que transcurría pegado a un río. Aquí sucedió el único incidente que tuvimos, cuando mi moto al pasar sobre un montón de arena decidió recostarse a descansar, parando contra un muro de piedras. A pesar de que íbamos muy despacio, se partió la cúpula y el espejo izquierdo, con el consiguiente cabreo puesto que apenas quedaban 100 metros de pista para salir a la carretera. Aunque en fin, son gajes del oficio, y la aventura es la aventura. Antes de volver, y ya con la noche echandosenos encima, hicimos las últimas fotos en el río.
En ese momento empezamos a ser conscientes de que deberíamos haber comenzado la vuelta un poco antes, pero ya no había solución y cogimos dirección a Ciudad Rodrigo de nuevo, para tomar la carretera que bordea la sierra de Gata y nos llevaría de vuelta a Las Hurdes. Pese al buen día que nos había hecho a estás alturas ya estaba bien entrada la noche y al pasar el puerto de Perales la temperatura descendió hasta los cinco grados, algo para lo que no estábamos preparados. Tras un rato de frío y ya entrada la noche, llegamos a Pinofranqueado sobre las diez, lo justo para cenar algo y tomar unas cañas y unas copichuelas, dando por cerrado un fin de semana de lo mas entretenido.
A la mañana siguiente, el día de la vuelta a Madrid, amaneció lluvioso, reparamos el espejo con una barrita de masilla para plástico, y comenzamos el regreso. Por suerte enseguida dejo de llover y el tiempo nos respeto casi todo el camino. Tras una parada para comer, en un sitio del que mas adelante os hablaremos porque tiene su propia historia, llegamos a Madrid pasada la hora de comer y dimos por finalizada la escapada.
Espero que lo disfrutéis tanto como lo disfrutamos nosotros, y si queréis cualquier información adicional no dudéis en preguntarnos.
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