El viaje lo organiza Roc Lloret a través de su agencia, enduropark. Él mismo vino con un camión de apoyo, una Iveco daily 4x4 preparada para todo tipo de terreno, que carga con los equipajes, herramientas, etc y hace de vehículo escoba. También venía un guía, Pau, un auténtico maestro del que hablaré a lo largo del relato y, como el médico no pudo venir por un percance, tuvimos la oportunidad de conocer a Álvaro, sobrino de Roc y asistente de viaje. Un auténtico crack que hizo las jornadas off-road con la moto de enduro que iba en el camión de repuesto, preparada para entrar en acción si alguna de las nuestras se rompía. Creo que es una organización bastante completa.
Haciendo publicidad del blog en el desierto |
La cosa está planteada como una ruta de 10 días off-road, por el desierto, pre Atlas y Atlas marroquíes, pero como todo eso está muy lejos de aquí, hay que llegar por carretera hasta allí en moto. Por lo menos en la del 2013; no sé cómo será en un futuro. Contando con que se tardan 2 días y medio en llegar desde donde vives (a menos que sea cerca del estrecho) y otro tanto en volver, eso deja 5 días para las pistas. El recorrido es duro, en principio no tanto en asfalto como fuera de él, porque son muchos kilómetros para hacer por un terreno complicado y a veces traicionero, durante las horas en las que hay luz. He dicho antes que “en principio” la parte de asfalto no es excesivamente dura, pero en Marruecos todo se puede complicar en un momento. A las inclemencias meteorológicas (lluvia, nieve, viento, etc) se le suman la cantidad de personas, burros, cabras, ovejas, perros y demás criaturas del Señor que deambulan con rumbo incierto por aquellas carreteras en las que el asfalto es un lujo escaso, los imprevistos surgen a la vuelta de la curva y el resto de vehículos de todo tipo que circulan por ellas, manejan un código de circulación ajeno al nuestro. No es extraño que estas circunstancias establezcan alianzas con el fin de entorpecer tu camino.
Ante este panorama, y como la gente es bastante maja, surge
la camaradería entre los participantes para instalarse definitivamente en el
grupo. Todos somos diferentes pero nos unimos ante la adversidad. Váis a tener
que disculpar y filtrar el tono épico que adquirirá mi relato en algunas
ocasiones. No lo puedo evitar. Ha sido un desgaste físico bastante grande. El
recorrido es duro pero se puede hacer. Quizás yo fui un poco verde en terreno
off-road y lo pagué con un sobresfuerzo. Estas motos no están pensadas para
para un uso puro de campo, sino que se diseñaron para un uso mixto: pesan demasiado y requieren de una técnica para
controlarlas cuando sales de la carretera, de manera que quien tenga suficiente
experiencia en este terreno, pasará las jornadas más o menos bien. En caso
contrario, es muy recomendable hacer el curso de iniciación que imparte Roc y
adquirir experiencia antes de este viaje. Yo fui con mi Triumph Tiger 800 XC
(¡cómo se portó la tigresa!), pero el resto llevaba BMWs GS de 650, 800 y 1.200
cc. Que me enrollo y demoro la crónica.
Mi moto un día antes de salir de viaje |
La primera reunión se hizo en Algeciras a eso de las 20:00
del viernes. Tiempo para las presentaciones, conocernos, recibir las primeras
explicaciones, cenar y a la cama, que el día siguiente amanece pronto y todos
tenemos ganas de empezar.
El sábado se acumulaba el trabajo; había que cruzar el
estrecho, la frontera por Ceuta y llegar hasta Fez por una carretera de
montaña. Si encima diluvia, como nos ocurrió a nosotros y a mí se me olvida
llevar el traje de agua, la cosa se empieza a poner fea. Comienzan las penurias
nada más salir. Llegué totalmente calado y aterido de frío, pero el hotel era
cojonudo, el agua de la ducha salía bien caliente y tenían cerveza. ¿Qué más se
puede pedir?. Lo mejor del día fue descubrir los picnics. Como la hora de la
comida nos pilla en plena ruta y se trata de no perder demasiado tiempo, el
camión va bien surtido en su nevera de jamón, longaniza, queso, atún, escalibada,
etc para reponer fuerzas cuando lo necesitas. No faltan los detalles como
aceitunas, tomates, vino, cerveza, cafetera y una mesa para presentar todos los
manjares. Un auténtico lujo allá donde te pille, una hora para relajarse,
compartir experiencias y descansar, normalmente en medio de la nada.
Un picnic cualquiera en medio de la nada |
El maravilloso hotel de Fez por la mañana |
El domingo comenzó con un gran obstáculo que sortear: el
Atlas. Llegan malas noticias al hotel: nieve. Miedo. No sólo estaba nevando
allí arriba, sino que había bastante viento. Una ventisca que se te pegaba al
casco para impedirte la visión. Al otro lado de la capa de nieve de la visera,
un panorama lleno de obstáculos: el raid 4 L o alguno similar encaramándose a la cima
del puerto como tortugas por la carretera, coches cruzados, las quitanieves
pasando… Recuerdo un momento en que me paré porque no veía nada y el suelo
estaba cuajado de nieve, pero ¿a dónde iba a ir?. Mis compañeros seguían y no
quedaba más remedio, había que tirar y confiar en la suerte porque la destreza
ya no servía para mucho. Tienes que afrontar estos momentos con decisión. Eso no
te garantiza el éxito pero si no lo haces así, te aseguro que estás perdido. Afortunadamente
llegamos al puerto y paramos a tomar un té para calentarnos un poco antes de
enfilar la bajada hacia el desierto. Llegamos sobre las 17:00 y teníamos por
delante 40 kilómetros
de pista hasta el hotel. Todos emocionados ante nuestro primer contacto con la
arena. Pau tenía prisa por salir y evitar la noche, Roc nos daba instrucciones
mientras describía el terreno y nosotros nos afanábamos en deshinchar un poco
las ruedas.
- ¿Alguien sabe cómo se pasa la arena? ¿Os acordáis de lo
que os dije a los que hicisteis el curso? – Preguntaba Roc.
- Segunda y gas, ¿no? – Respondí bastante seguro de mí
mismo. Seguridad que se quebró ante el miedo que vi en su mirada. No es que yo
no tuviera parte de razón, es que él todavía no nos había visto en pista y no
quería verse en un marrón de huesos rotos.
- Por favor, los que no os veáis con seguridad, id a punta
de gas y poniendo los pies –
Nuestro primer contacto con la arena |
El primer arenal produjo una de las situaciones más cómicas
de la ruta. Motos cayendo a un lado y al otro según se metían en aquella trampa
de arena. Algunos ayudándonos a levantar los armatostes de los caídos, otros
provocando geisers de arena con su rueda de atrás mientras avanzaban a 3 o 4
km/hora. La media iba bien, 10 minutos para recorrer 300 metros . A ese paso íbamos
a hacer una etapa en plan Dakar, llegando de madrugada al hotel y levantándonos
al alba para seguir en procesión por el desierto. Ante este percal, Pau se
plantó en medio del grupo y nos gritó:
-¡A ver, chicos, aquí no hay más truco que culo para atrás y
gas! Con decisión, ¿eh?-
Dicho y hecho, mirada al frente y a tirar, que se hacía de
noche. Pasando los arenales detrás de Pau, llegamos antes de que anocheciera
por completo. Todo correcto, pero sólo se trataba de la primera toma de
contacto. ¿Cómo nos las apañaríamos los siguientes días?
Culo atrás y gas... ¡Más fácil decirlo que hacerlo!
ResponderEliminar... lo de: ¡A ver, chicos, ... etc !!! lo has clavado.
ResponderEliminarYo hice el curso en Aras de los Olmos y por un moemento me ha parecido ver a Roc imponiéndose y controlando !!!
... vas muy bien !!! ... espero ansioso la segunda entrega !!!
Un saludo desde Barcelona
Mi nombre es Juli
Hola Juli, Muchas gracias por tu comentario. Tienes las cuatro partes de la crónica de nuestro compañero Pablo disponibles. No tienes que esperar!
ResponderEliminarUn saludo!