Nuestra pequeña-gran aventura comenzó en Madrid, el viernes 22 de marzo. Como todos los componentes de los equipos trabajábamos hasta el mediodía, quedamos sobre la hora de comer para emprender los 480 kms de carretera (más o menos) que nos conducirían al camping Playa de Poniente de Motril, donde dormiríamos y si nos daba tiempo, intentaríamos hacer las verificaciones en el día, para evitarnos prisas antes de coger el barco el sábado por la mañana.
En contra de lo que pueda parecer, no era una etapa sencilla, porque estos coches no están pensados para hacer grandes trayectos por autovía, y podían surgir todo tipo de problemas, así que decidimos tomárnoslo con calma y no forzar. Llenamos los depósitos, comprobamos la presión de las ruedas y vimos el primer problema nada mas salir. Como no habíamos tenido tiempo de probar las ruedas de tierra, y en el Panda Raid las traseras que llevamos eran de carretera, nos dimos cuenta de que no cabían holgadamente y los embellecedores de plástico presionaban sobre el canto. Nada grave que no se solucione dejando los embellecedores sueltos por la parte de abajo para que no hagan fuerza y no desgasten el neumático. Finalmente, sobre las cuatro de la tarde conseguimos ponernos en marcha.
¡Las máquinas saliendo de la cueva! |
Los padres de Sergio y Luis nos habían preparado unos bocadillos, con lo que decidimos hacer camino y parar más tarde teniendo la suerte de que la salida de Madrid, pese a la semana santa estaba bastante bien. En la provincia de Ciudad Real paramos para comer y tomar un café. El viaje continuó sin demasiadas incidencias hasta que comenzó a llover, momento en el que recordamos que no habíamos tapado los agujeros que hicimos en el techo para sacar los cables de los faros de largo alcance y sujetar las barras, dándonos cuenta de que teníamos unas bonitas goteras en los Marbella. Por lo demás nada reseñable, un agradable viaje con velocidades de 90/100 km por hora y llegada al camping de Motril ya de noche.
Por los pelos pillamos aún la mesa de verificaciones en el camping y conseguimos resolver esa misma noche el papeleo. Montamos las tiendas ya de noche, pusimos las pegatinas de los patrocinadores de la organización y los dorsales, y volvimos al bar del camping. Habíamos visto a los equipos de JMR Racing (y a Chema que había ido a Motril para despedirnos) y pensábamos cenar y tomar algo con ellos, pero cuando volvimos ya no estaban así que tomamos algo y nos fuimos a dormir, que el día había sido largo (y eso que no sabíamos lo que nos esperaba al día siguiente).
El sábado, primer madrugón para coger el ferry. Bien prontito por la mañana nos dirigimos al puerto de Motril, donde los coches de participantes y organización hacían cola para embarcar. Aquí es donde todo se empezó a torcer.
Por alguna razón que no entendíamos, el GPS en el coche rojo no cargaba en la toma de mechero. Decidimos mirarlo más tarde y nos dirigimos al barco, pero cuando estábamos parados en la cola, el coche se empezó a calentar. No nos lo podíamos creer. Bien es verdad que, salvo la prueba por la sierra que hicimos dos semanas antes no habíamos podido probar mucho el coche, pero hasta entonces todo parecía ir bien. Se nos pasó de todo por la cabeza, soltamos unos cuantos improperios por la boca e intentamos pensar qué opciones teníamos. Lo primero era subir al barco, llegar a Melilla y una vez allí ya veríamos. Subimos al barco y al dar las luces, la aguja de la temperatura subió instantáneamente al máximo. Esto ya no tenía sentido, pero lo empezamos a relacionar con el mismo fallo eléctrico que hacía que no cargará el móvil, aunque no descartamos que la temperatura del coche tampoco fuera bien y tuviera algún problema en el termostato, la culata o vaya usted a saber.
Empezábamos bien el raid... |
¡Parecen David entre Goliat! |
La travesía en barco, como os podeis imaginar, no fue demasiado tranquila. Deliberaciones para ver donde revisábamos el coche, si al final tendríamos que rectificar la culata, si sólo sería el termostato. Opiniones para todos los gustos. Al menos a mitad de recorrido tuvimos el primer briefing de la organización, lo que nos hizo distraer un poco la cabeza de todos estos temas.
Como nos comentaron que la frontera estaba solo a un par de kilómetros, decidimos atravesarla con la organización, por si nos facilitaba algo el trámite, sabiendo que la frontera de Melilla es una de las más caóticas para entrar en Marruecos. Salimos del barco sobre las tres de la tarde y, como preveíamos, el marcador de temperatura se volvió loco, subía y bajaba sin criterio aparente. Llegamos hasta la cola de la frontera, y tomamos una decisión. Visto que no nos podíamos fiar del reloj de temperatura, cuando cruzáramos la frontera, pararíamos, desmontaríamos el termostato, le quitaríamos el muelle y lo dejaríamos siempre abierto, para asegurarnos de que el coche siempre refrigerara, ya que la bomba de agua parecía que funcionaba correctamente. Lo que no sabíamos era que para cruzar la frontera íbamos a tardar cuatro o cinco horas y unos cuantos paseos por las ventanillas para sellar pasaportes, papeles del coche, etc ...
Para colmo de males, el coche blanco empezó a encender el testigo de fallo motor. Diana, que llevaba el coche mientras Luis hacía cola en la ventanilla empezó a maldecir en arameo. No podíamos tener tan mala suerte, ¡y aun no estábamos ni en Marruecos! Menos mal que tras una carrerita a la cola de las ventanillas Luis nos tranquilizó comentándonos que era un fallo conocido del coche y que no tenía mayor importancia.
La noche se nos empezaba a echar encima y el cansancio hacía mella. Nos íbamos turnando en las colas de las ventanillas para ir agilizando los trámites. Como Richi ya había sellado sus papeles, mientras los demás hacían cola y viendo que no podíamos hacer mas que esperar, decidió desmontar el salpicadero y empezar a desconectar cables, a ver si por lo menos podíamos solucionar el problema eléctrico. Tras varias pruebas, vimos que todo el fallo provenía del mismo sitio, la toma de mechero, que se debía haber quemado y a través del cable de las luces le pasaba corriente al reloj de temperatura. Probamos a arrancar el coche, lo dejamos encendido y ¡por fin! todo normal, la temperatura en su sitio, el electroventilador saltando cuando le corresponde ... os podéis imaginar nuestros saltos de alegría y los de los que estaban en la cola cuando se lo contamos al volver. Podíamos salir directos a Guercif, que no era poco, porque estaba diluviando y nos quedaban aun 160 kms hasta el camping.
Nos juntamos con los tres equipos de JMR Racing, para hacer el viaje juntos, pero tras parar en una gasolinera, nos quedamos solos de nuevo. A la altura de Nador paramos a esperarles en medio de una inundación, pero viendo que no venían salimos para el camping. Luego nos enteramos que uno de los coches tuvo un problema con el cortacorrientes (malditos problemas eléctricos) y tuvieron que parar a solucionarlo. Después de un par de horas por carretera, ya de noche (lo que se convertiría en la tónica general de los primeros días) llegamos al camping de Guercif. Bueno, camping por llamarlo de alguna forma, porque era un trozo de terreno con unas casetas con cubos a modo de servicios y sin duchas. Pero después del día que pasamos, y con algunos problemas para montar las tiendas de campaña bajo la lluvia, conseguimos instalarnos. Al menos conseguimos cenar en condiciones, en un bar cerca del camping, y como en muchos sitios en Marruecos, a muy buen precio.
Hola! estupendo resumen, espero los de las siguientes etapas!
ResponderEliminarSaludos de vuestros compañeros de dunas del Peugeot 405!
Hola Jorge. Las penurias unen mucho jeje
ResponderEliminarYa tenemos casi todas listas. Las iremos colgando en breve!!
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