Después de la cansada etapa cero de enlace, nos levantamos en el Camping de Guercif listos para afrontar la primera etapa de verdad del raid. Sergio y Diana se fueron al briefing mientras Richi y Luis aprovechaban ese tiempo para hacer un apaño en la instalación eléctrica del Marbella rojo para poder tener alimentación en las tomas de mechero y el conversor de corriente que habíamos instalado. Una vez “apañado” el tema, tuvimos tiempo de ir a tomar un café a la cafetería del camping y preparar los gps con el track de la etapa. Como acabó siendo la constante del raid, salimos de los últimos con lo bueno y lo malo que ello conlleva. Como ventaja, el tener menos coches detrás que nos acaban adelantando y nos hacen imposible la visibilidad por el polvo; como contrapartida, cuando llegamos a las zonas complicadas, éstas se encuentran destrozadas por el paso, sobre todo, de los potentes 4x4, que dejan unas roderas en la arena donde casi podría caber nuestro coche, complicándonos muchísimo el paso por las mismas.
Esta etapa tenía una longitud de 400 kms para nuestra categoría, de los cuales teníamos un largo enlace inicial de carretera hasta coger la primera pista. Como se suele decir que por la boca muere el pez, en este tramo íbamos hablando que parecía que había mucha carretera y que teníamos la impresión de que iba a ser más light que el panda raid que hicimos en el 2011. Como iremos contando a lo largo de la crónica ¡es evidente que no pudimos estar más equivocados!.
Continuamos nuestra ruta a ritmo moderado como decíamos, para cuidar el coche, aunque la altura de nuestros coches ya provocaba que más a menudo de lo deseable, recibiese duros golpes en el cubrecárter. Eso sí, hemos de decir que la doble ballesta que montamos en el eje trasero estaba funcionando a las mil maravillas, no haciendo tope en ningún momento como sí nos ocurría en el Panda Raid.
Bastante más adelante nos encontramos con la segunda gran complicación del día. Debíamos atravesar un segundo Oued, bastante más roto, pedregoso y con zanjas de tamaño considerable para nuestros pequeños vehículos. En este paso coincidimos con otra pareja de compañeros en un Renault 4 furgoneta. Los tres equipos nos bajamos de los vehículos para inspeccionar el terreno y buscar el mejor camino. Rápidamente vimos cuál sería el camino a seguir, pero también vimos que lo complicado iba a ser la salida del mismo. La única salida posible era una rampa estrecha en pendiente de mucha arena blanda, que también tenía una importante inclinación lateral, con un barranco de un metro o metro y medio a su izquierda. La situación era bastante complicada, con riesgo de vuelco si la arena nos escupía hacia el barranco. Por suerte, ahí estaban nuestros salvadores del día montados en su Land Rover dispuestos a sacarnos del atolladero eslingándonos. El problema era que la arena tenía unas enormes roderas del paso de los vehículos anteriores, y que el Land Rover no podía eslingarnos toda la pendiente puesto que tenía que tirar de nosotros desde arriba, en la parte dura sin arena. Esto implicaba que teníamos que subir al menos la mitad de la pendiente para que la eslinga llegase a donde estaban ellos esperando. El Marbella blanco fue el primero en intentarlo, así que… primera a fondo, segunda para coger inercia y… tremendo golpe de la rueda derecha en la entrada a la rampa, de forma que el coche salta ¡y lo empuja justo donde no queríamos ir!. El coche queda con la rueda trasera izquierda al borde mismo del barranco con serio riesgo de volcar. Rápidamente nos colocan la eslinga y consiguen sacarnos de allí. El momento fue muy tenso y pasamos bastante miedo.
El segundo en intentarlo fue el Marbella rojo conducido por Sergio. La entrada fue igual de brutal que en el otro coche, pero al menos no quedó tan cerca del barranco. Sin embargo, después del tremendo golpe, el coche no arrancaba. Primer susto del día. Abrimos el capó y rápidamente vimos que no había de qué preocuparse. El gato del coche que va en el vano motor había volado del golpe llevándose por medio el cable de la bobina. Una vez en su sitio, el coche arrancó y tiró de él nuestro querido Land Rover para sacarle de la rampa. Los últimos en pasar fueron nuestros compañeros del R4 azul, y ya pudimos seguir todos nuestro camino.
Poco más adelante, nos dimos cuenta de que algo no iba bien. El coche blanco iba ladeado y tocando el cubrecárter por todos lados. El resultado del golpe anterior fue la llanta delantera derecha doblada y la rueda como es lógico, sin aire. En cierta forma fue un alivio que fuese la llanta y no la rueda reventada, puesto que no teníamos más ruedas de tierra de recambio. Con una maza enderezamos la llanta e hinchamos la rueda con el compresor, ¡y todo listo para seguir de nuevo!
Más adelante, después de una bajada no muy pronunciada, nos encontramos con una zanja que atravesaba de forma perpendicular la pista. Lo cierto es que la pasamos bastante despacio, pero era más profunda de lo previsto y pegamos un golpe en el frontal del coche muy fuerte. Avisamos al Marbella rojo, que lo pasó en ángulo y más despacio y nos paramos a mirar los bajos del blanco, puesto que pensamos que podíamos haber dañado el radiador. Lo cierto es que el bendito cubrecárter se llevó todo el golpe y lo resistió sin rechistar. Fue en ese momento cuando vimos que bajaba a toda velocidad un Subaru Impreza.... y se lo comió de lleno, pegando un salto tremendo y saliendo disparados los faros inferiores del coche. No pareció importarles mucho, puesto que se bajaron, echaron los faros a los asientos traseros, ¡y salieron de nuevo como un obús!.
Tras otro buen rato de pista dura y piedra suelta, salimos de la misma para realizar otro enlace de carretera que nos llevaría a Midelt pasando por Missour. Era ya bastante tarde, dándonos cuenta que nos iba a resultar imposible completar la etapa dentro del tiempo establecido para no penalizar. Aquí ya empezamos a darnos cuenta de que si esta era la primera etapa… iba a ser mucho más duro que el Panda Raid.
Después del enlace de carretera, había dos opciones. Terminar la etapa en Midelt, o realizar el bucle final por otros 70 kms de pista. Para poder acceder a realizar el bucle, tendríamos que llegar como muy tarde a las 17:30, puesto que los vehículos que no hubiesen entrado a esa hora, ya no podrían realizarlo pues se haría demasiado tarde para estar en pista. Viendo la hora que era, y que no habíamos comido, pensamos que lo mejor era no realizarlo y pensamos en parar a comer. Encontramos un apartadero en la carretera pasado Midelt y decidimos hacernos unos bocadillos. Mientras los hacíamos, un vehículo de la organización se acercó a nosotros y nos dijo que aún teníamos un cuarto de hora para entrar al bucle si queríamos y que nos recomendaban hacerlo puesto que pasaba por un precioso desfiladero digno de ver. Al final nos convencimos y decidimos hacerlo, comiéndonos los bocadillos dentro del coche mientras conducíamos.
Como nos habían dicho, el bucle fue una pasada, precioso, atravesando las minas de Midelt.
Nos paramos a hacernos unas fotos en el famoso puente de madera y seguimos camino. El tramo, como he dicho, era bastante largo, así que empezamos a darle un poco más de velocidad a los coches porque ya vimos claro que se nos hacía de noche.
En un momento dado, cerca de un waypoint que nos indicaba peligro en el paso de un río, nos despistamos y nos separamos del track, lo que nos hizo vadear el río por el sitio que no debíamos y teniendo que dar la vuelta. Si es que, como no habíamos tenido bastante, teníamos que vadear dos veces el río, ja ja ja.
Una vez de vuelta al track correcto, realizamos la bajada al puente que cruzaba el río (este sí el correcto). Dicha bajada era un espectáculo, digna para un todo terreno, pero no para nuestros pequeños coches, con una trialera en roca en la que los pequeños iban golpeando por todos lados, pero realmente no presentó más problema que eso. Pasado el río por el puente, algo derrumbado, continuamos camino estrenando nuestros faros auxiliares montados en el techo, pues comenzó a hacerse de noche.
Estábamos en la parte final del bucle, saliendo al rato a carretera en dirección al “camping” de Midelt, que resultó ser el parking de tierra del hotel. Llegamos sobre las ocho y cuarto, ya de noche, y con un frío considerable. Montamos las tiendas, nos dimos una merecida ducha y nos fuimos a cenar. Fue un día bastante duro, pero sobre todo, nos hizo darnos cuenta de dónde nos habíamos metido y de que el raid iba a ser mucho más duro de lo que habíamos pensado.
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